Los principales perturbadores atmosféricos emitidos por el hombre, con consecuencias sobre el clima, son los gases de efecto invernadero (GES) con en cabeza el CO2. África en su conjunto sólo contribuye en razón de menos de un 3,5% a las emisiones mundiales de CO2, y aún estas emisiones son sobre todo el hecho de África el Septentrional y del Sur (Marland y AL, 2001). En cambio, este continente está globalmente la región más vulnerable a los impactos del cambio climático y el Grupo internacional de expertos sobre el clima (GIEC) allí preve la intensificación de la sequía y las inundaciones, poniendo en peligro la seguridad alimentaria, y reduce la capacidad de adaptación (GIEC, 2001). Las costas del Golfo de Guinea, donde un tercio de la población se concentra en una franja costera de 60 km (PNUMA, 2003) serían, por ejemplo, amenazadas por el aumento del nivel de los mares, en particular en Senegal, Gambia, y Guinea-Bissau (GIEC, 2001).
Se constata que si los países europeos en cuestión, en particular Países Bajos, pueden también temer efectos del recalentamiento climático, llevan, por el contrario, una mayor responsabilidad en este fenómeno, emitiendo por viviendo seis veces más GES que sus homólogos africanos, y esto sin contar la responsabilidad histórica (acumulación de emisiones en la atmósfera). Este orden de magnitud es bien superior a las reducciones a las cuales los países europeos se comprometieron en la primera fase del Protocolo de Kioto (reducción del orden de un 7% de las emisiones entre 1990 y 2010). Añadamos que los países económicamente ricos tienen también un acceso relativamente más fácil a medidas de adaptación, como eso se destaca en distintos informes del GIEC.
Muchos análisis por indicadores toman la superficie como “proxy” implícito del medio ambiente. Las emisiones por unidad de superficie aparecen entonces como una medida de la presión medioambiental local. Esta primera aproximación daría un informe 21 a 1 entre el grupo Europa y el grupo África. En el marco de la comparación intercontinental de perturbaciones del ciclo de los GES, tal denominador presenta sin embargo un sesgo importante. En efecto, no tiene en cuenta el ciclo natural correspondiente, muy diferente sobre una superficie desértica o un bosque moderado, por ejemplo.
Para corregir este sesgo, vamos de la hipótesis que el ciclo natural de los principales GES es proporcional a la productividad primaria neta de los ecosistemas. La biocapacidad definida por Wackernagel y AL (2000) es una traducción de esta productividad primaria en términos de superficie equivalente de productividad media mundial. Esta biocapacidad podría ser más representativa de la superficie que se produce en el ciclo de los GES que no lo es la superficie bruta. La relación entre entrada artificial de GES y biocapacidad en Ha. estaría entonces vinculada a esto que queremos comparar, a saber la perturbación del ciclo natural. Esta es la razón por la que proponemos este indicador en última columna.
Tableau 3. Perturbation de l’atmosphère
Perturbación de la atmósfera
Fuente:
Indicateurs des impacts du développement sur l'environnement : une comparaison Afrique - Europe
Bruno Kestemont, L. Frendo et Edwin Zaccaï
Alumna:esther Simon
Alumna:esther Simon
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