martes, 3 de mayo de 2011

Gas de esquisto

           Ahora en los periódicos franceses se habla bastante de este gas, el gas de esquisto. Hay una pequeña polémica sobre este tema ahora mismo en Francia. Me parece interesante compartir este tipo de noticias porque compartimos las noticias de nuestros países respectivos.
En el norte de Texas el yacimiento de Barnett Shale despertó una nueva avalancha hacia el oro grís. Se extrae cada mes mil millones de m3 de gas de las capas profundas de rocas de esquistos bajo la ciudad de Fort Worth. Una actividad que, añadida a los rechazos de las refinerías, contamina más que todo el tráfico automóvil de esta ciudad de 725.000 habitantes según un informe realizado por el profesor Al Armendariz en enero de 2009, nuevo administrador del EPA (Agencia de protección del medio ambiente americana). Este precioso gas, algunos de los habitantes de Fort Worth lo encontraron hasta la salida de su grifo. El agua que lo compone contiene rastros de productos químicos inyectados en los pozos de gas, según análisis independientes llevadas por el documentalista americano Josh Fox. Recién llegado en este Paraíso energético, Total adquirió al principio del año 2010, 25% del más grande explotador del Barnett Shale, Chesapeake, por un importe de 600 millones de euros y preve invertir mil millones suplementario para nuevos pozos. Sin contar los compromisos financieros que el grupo petrolífero preve en Francia.

Desde el principio de la primavera el gigante petrolífero francés y el Texan Schuepbach son libres de explorar 9672 km ² en el Sur de Francia, un gran terreno de prospección como Gironda. Aún nuevos en la explotación de los gases de esquistos, los grupos franceses no pueden prescindir de sus socios americanos, ellos solos saben controlar la técnica clave de extracción de estos nuevos recursos.

Antes, para los gaseros, la vida era fácil: una perforación vertical de algunos centenares de metros hasta un bolsillo, y el gas se remontaba completamente solo a la superficie. Con la explosión de la demanda, estos gases dichos convencionales son cada vez más difíciles a encontrar. Esta rarefacción impulsó a los explotadores a cavar siempre lejos y cada vez más profundo… hasta más de 2000 metros para recuperar el gas. Estos nuevos yacimientos son considerables y presentan en el sótano del planeta millares de mil millones de metros cúbicos de gas en Europa, siete veces más en Norteamérica y más aún en Asia y Australia… De qué no tener la necesidad de las energías renovables durante algunas décadas. Todo eso gracias a la técnica revolucionaria de fracturación hidráulica  del gigante del armamento texan, Halliburton. Un método eficaz pero brutal.

A 2500 m de profundidad, es un pequeño terremoto: para reunir las particulas de gas, se usa un explosivo para crear infracciones. Después, se fracturan con la ayuda de una mezcla de agua, de arena y de productos químicos propulsados muy a alta presión (600 bares) que hace remontar el gas a la superficie con una parte de este “líquido de fracturación”. Cada uno de este “fracks” requiere de 7 a 15.000 metros cúbico de agua (o sea 7 a 15 millones de litros), un pozo puede fracturarse hasta 14 veces.


Cada uno de los puntos blanco sobre la mapa es un pozo de extracción de gas de esquisto

Para cada “frack”, dos cientos idas y vueltas de camiones son necesarias para el transporte de los materiales de obra, del agua, y luego del gas. De que transformar cualquier nacional en autopista. Sin contar los rechazos de CO2 de las refinerías, el ruido generado por el lugar y la transformación del paisaje circundante.

El riesgo está claramente definido como se nos lo confía al Ministerio de Ecología de Francia: “el problema del suministro de agua necesario para la explotación de los gases de esquisto se planteará de un momento a otro.”

Total y Schuepbach aseguran tomar todas las precauciones necesarias para minimizar el impacto de los gases de esquisto sobre el medio ambiente. A pesar de la cimentación de los pozos y de las otras seguridades establecidas para impedir la contaminación, el prospecto de impacto precisan la necesidad de realizar de antemano un estudio hidrogeológico, la perforación se puede cruzar capas freáticas. El riesgo, como lo experimentaron los residentes del Barnett Shale en Texas, es la contaminación de los aguas subterráneos por los agentes incluidos en el líquido de fracturación.

Pequeñas compañías texanes se posicionan : el petróleo es cada vez más difícil de encontrar y el gas pesa cada vez más pesado en las cuentas de explotación. Es la independencia quizá energética de numerosos países que se juega aquí. Estos yacimientos no convencionales ponen en entredicho la supremacía gasera de Rusia y Países del Golfo y podrían volver a dibujar el mapa del mundo de los hidrocarburos. Se olvida de los riesgos medioambientales porque superan con mucho los beneficios energéticos de la explotación de los gases de esquisto.


Esther Simon

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